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¡ALARMA EN MERLO! El Municipio ¿Desaloja, Desvía Fondos Y Saquea A Sus Cooperativas Para Hacer NEGOCIO?

Merlo, Argentina. Un oscuro velo de incertidumbre y graves denuncias envuelve a la Villa de Merlo, donde las decisiones municipales están llevando al borde del colapso a las cooperativas locales, bajo acusaciones de malversación de fondos, persecución política y un alarmante interés en apropiarse del trabajo y las ganancias de los ciudadanos. La situación de la Cooperativa Recuperadores Merinos Unidos es solo la punta del iceberg de un presunto patrón de abusos por parte de las autoridades locales.
Desalojo Inminente y el Abandono Municipal: La Cooperativa en la Cuerda Floja
La Cooperativa Recuperadores Merinos Unidos, pilar del Centro Municipal de Reciclado y sustento de nueve asociados y seis cartoneros, se enfrenta a una orden de desalojo inminente. ¿La razón? El municipio de Merlo dejó de alquilar el predio hace un año y medio, y el intendente interino, Leonardo Rodríguez, les ha exigido desalojar el centro de reciclado “sin ningún motivo ni explicación”.
A pesar de que la cooperativa ha exigido durante un año y medio la renovación del convenio conjunto y del contrato de alquiler, no han recibido respuesta, dejándolos en una situación de “incertidumbre” y en riesgo de quedarse “en la calle”. Es crucial señalar que la orden de desalojo proviene del propietario hacia la municipalidad, no directamente hacia la cooperativa, ya que esta última no es parte del contrato de alquiler; sin embargo, son ellos los directos afectados.
Fondos Desaparecidos: ¿Dónde Están los Millones Destinados al Reciclado?
La indignación crece ante la denuncia de Elizabeth Shiber, secretaria de la cooperativa, sobre la desaparición y malversación de fondos. La Nación envió aproximadamente 18 millones de pesos al municipio (no directamente a la cooperativa) destinados específicamente para el centro de reciclado y para la compra de maquinarias de uso exclusivo de la cooperativa. Adicionalmente, se destinaron 12 millones de pesos de fondos municipales para el arreglo del predio y el alquiler.
Sin embargo, la realidad es desoladora: la cooperativa denuncia que de estos 30 millones de pesos, lo único que se hizo en el predio fue “pintar, colgar carteles y cortar el pasto”, sin adquirir las maquinarias ni realizar las mejoras prometidas. Esto ha forzado a la cooperativa a trabajar de “manera precaria”. Las irregularidades no terminan ahí: el municipio facturó una instalación trifásica para una máquina comprada por la cooperativa, pero demoró 8 meses en “colgar un cable directo del pilar”, dejando los baños y el comedor sin luz. También se facturaba combustible que nunca fue provisto a los trabajadores.
¿Persecución, Negocio o Encubrimiento? El Municipio Quiere el Control Total
La cooperativa atribuye esta grave situación a una posible “persecución política o una cuestión estratégica ideológica”, o al intento de “tapar huellas” sobre irregularidades en el manejo de fondos. El intendente interino, en un movimiento audaz, ha declarado en la radio local que la cooperativa “no funciona” o que la municipalidad “pierde dinero” con ella, proponiendo una solución que enciende todas las alarmas: que la cooperativa se vaya y sea la propia municipalidad quien asuma la recolección y venta de residuos para obtener ganancias.
Esta declaración es vista como un claro interés del municipio en “expropiarse de las cosas” y obtener rentabilidad económica de un trabajo que la cooperativa inició y ha mantenido. La paradoja es aún mayor cuando se recuerda que, solo dos semanas antes, el mismo municipio lanzaba un concurso felicitando a la cooperativa por su trabajo.
Un Patrón de Abuso: Otras Cooperativas Bajo Ataque Municipal
Elizabeth Shiber no duda en señalar que este no es un caso aislado, sino un patrón de “atropellos” por parte de Juan Álvarez Pinto (exintendente y actual ministro de Turismo y Cultura) y sus funcionarios, hacia otras cooperativas en Merlo. Un ejemplo escalofriante es el de una cooperativa de agua, donde se violentó a los socios y al Consejo Administrativo durante una asamblea. Esta situación, según Shiber, está relacionada con el interés del municipio en “lotear” y vender terrenos, lo que requiere acceso a agua, sugiriendo un intento de control de servicios esenciales por intereses inmobiliarios y económicos.
En definitiva, la situación en Merlo es un espejo de cómo las decisiones y acciones municipales, en lugar de ser un impulso para el desarrollo comunitario, pueden convertirse en una marea destructora que arrastra consigo el esfuerzo y el sustento de las cooperativas locales. Es como si el gobierno local, en lugar de cultivar un jardín para que florezcan sus habitantes, se empeñara en arrancar las flores para vender la tierra vacía, dejando a los trabajadores sin raíz ni futuro.





















