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De un centro de detención financiado por la UE en Turquía a morir en las cárceles de El Asad
Abdulah al Akhras desertó del ejército sirio y cumplía los requisitos para el asilo en Turquía o la UE, pero fue deportado a su país y murió por las inhumanas condiciones de la cárcel de Saidnaya


Un año antes de morir, Abdulah al Akhras era un joven saludable, fuerte incluso; trabajaba en una fábrica textil de Bursa (Turquía) y soñaba con buscar refugio en Alemania. “No había maldad en su corazón. Era simpático con todo el mundo y le gustaba hacer bromas. Incapaz de hacer daño a nadie”, recuerda Mariam, su hermana. El cadáver que enterró la familia, sin poder practicar una autopsia por miedo a represalias, era apenas una sombra de lo que había sido Abdulah: el rostro chupado, los brazos apenas piel y hueso, el cuerpo esquelético. Ocho meses pasó Al Akhras bajo custodia de las fuerzas de seguridad sirias tras ser deportado desde Turquía; y en solo ocho meses las inhumanas condiciones del sistema carcelario del régimen de Bachar el Asad lo consumieron hasta aniquilarlo en julio de 2024. Tenía 32 años.





















