Donald Trump dice que «necesita» controlar Groenlandia y crece el fuerte rechazo de Europa

Washington reactivó la disputa por la isla ártica con el nombramiento de un delegado especial, provocando una rápida condena diplomática de Dinamarca y malestar en la Unión Europea.

El presidente de Estados Unidos reavivó la tensión geopolítica en el Ártico al designar formalmente un enviado especial encargado de monitorear la situación de la isla en disputa. Esta medida diplomática, ejecutada desde la Casa Blanca, señala la intención de Washington de retomar una vieja aspiración territorial considerada zanjada por sus aliados europeos.

La decisión fue fundamentada en razones de seguridad nacional, según comunicados emitidos por portavoces del gobierno estadounidense. Washington sostiene que la ubicación estratégica de la isla, crucial para el control de rutas marítimas y el despliegue defensivo, requiere una modificación en su estatus de gobernanza actual.

La respuesta de Copenhague fue inmediata y contundente. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Dinamarca emitió una nota oficial rechazando la injerencia estadounidense y calificando el movimiento como una violación directa de la soberanía. Voceros del gobierno danés exigieron el retiro del enviado especial.

Este resurgimiento del conflicto territorial generó una ola de profunda incomodidad en Bruselas. Funcionarios de la Unión Europea manifestaron preocupación por la unilateralidad de la acción y el impacto que podría tener en la alianza transatlántica, justo cuando se intensifican las tensiones en el flanco norte.

Analistas internacionales anticipan que el gesto de Estados Unidos escalará la confrontación diplomática con sus socios de la OTAN, quienes priorizan la estabilidad regional. La figura del enviado especial abre una nueva etapa de presión sobre el futuro territorial de la isla, forzando límites en los acuerdos de seguridad vigentes.

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