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El Leviatán SindiCAL: Una CGT que Nace de la Acomodación y la Sospecha de Vacío Representativo

Redacción SDN

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El Leviatán SindiCAL: Una CGT que Nace de la Acomodación y la Sospecha de Vacío Representativo

La Confederación General del Trabajo (CGT) de la República Argentina ha materializado su Congreso Ordinario en un marco de unidad tan pregonada como cuestionable, dando a luz a una nueva conducción que, a primera vista, se configura como un triunvirato de menor calado mediático y político respecto a sus predecesores, en un movimiento que la crítica sindical más aguzada califica de operación de baja intensidad.

El flamante tridente de Secretarios Generales—integrado por Jorge Sola (Seguros), Cristian Jerónimo (Vidrio) y Octavio Argüello (Camioneros, en representación de la línea moyanista)— exhibe una notoria merma en el star-system gremial. Sola y Jerónimo, si bien respetados en sus federaciones, son para el imaginario público y la arena de la negociación macroeconómica figuras de un perfil significativamente más discreto que los salientes.

“Armaron una CGT a medida”, sintetiza una fuente de notable peso en el esquema gremial, aludiendo a un diseño de conducción que privilegia la cohabitación interna sobre la representatividad orgánica.


Esta elección, lejos de ser azarosa, se interpreta como un pacto de no agresión interna que privilegia la gobernabilidad burocrática por sobre la legitimidad combativa ante un contexto político y económico de extrema delicadeza.

La Invocación de la Convocatoria y el Cisma Silencioso

Si bien el Congreso de la CGT aglutina a una vasta pluralidad de federaciones, la nueva conformación directiva se encuentra bajo el escrutinio erudito por la ponderación real de sus bases. Sindicatos considerados “gigantes” en términos de representación de afiliados activos y capacidad de movilización (cuya capacidad de convocatoria supera, en conjunto, el 60% de la afiliación total), como UOCRA, UOM o Camioneros (que mantiene su cuota a través de Argüello), han cedido espacios clave a federaciones de menor masa crítica.

“Para no pelear con nadie”, desliza el mismo vocero, sugiriendo que la composición final es el resultado de una estrategia defensiva destinada a neutralizar cualquier foco de disidencia interna antes que una genuina alianza para la acción sindical.

El malestar sordo de gremios de notable convocatoria ha sido un corolario de esta reestructuración. La disconformidad de la Unión de Trabajadores Hoteleros y Gastronómicos de la República Argentina (UTHGRA), históricamente un actor protagónico, se erige como el símbolo de una insatisfacción latente. La ausencia de figuras del sindicalismo de alto impacto en las Secretarías Gremiales o de Finanzas sugiere una centralización del poder de facto en los acuerdos de cúpula, marginando a los cuadros más beligerantes o disidentes.

El Espejismo del Cupo Femenino: Una Estructura Aún Androcéntrica

La reforma estatutaria de 2021, que supuso la expansión de Secretarías (de 25 a 34) y el desdoblamiento de cargos para cumplir con el 30% de cupo femenino, ha sido formalmente acatada. Sin embargo, la ubicación estratégica de las dirigentes en el organigrama suscita una crítica profunda sobre la verdadera voluntad de representación femenina.

Mientras que se crearon secretarías específicas como Igualdad de Oportunidades (Luna Villar) o Género (Carla Gaudensi), la ausencia de mujeres en el nuevo Triunvirato es un déficit político insalvable para una central que se dice progresista. Si bien se registran ascensos notables, la carencia de presencia femenina en las Secretarías de poder duro (General, Gremial, Finanzas, y las históricamente masculinizadas) perpetúa un modelo androcéntrico donde la participación de las mujeres se circunscribe a áreas consideradas “blandas” o de índole social y formal.

La voz interna sentencia con vehemencia: “No representan a nadie”. Esta afirmación resuena con particular fuerza en este contexto. La nueva CGT, con sus rostros relativamente desconocidos y un equilibrio de fuerzas tan frágil como forzado, parece haber priorizado la continuidad del statu quo interno sobre la legitimación ante la base trabajadora y el desafío de la coyuntura nacional.

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