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La huelga de hambre de un grupo de activistas propalestinos presos añade presión al Gobierno británico
Al menos cinco reclusos llevan ya 48 días sin comer, en la primera acción concertada de este tipo desde las que impulsó el IRA en los años ochenta. Decenas de diputados exigen una solución
Hace 44 años, una vuelta de tuerca mal pensada y peor gestionada por parte del Gobierno británico derivó en una crisis humanitaria que resonó en todo el mundo. Downing Street retiró a los presos del IRA la “categoría especial” que les permitía, entre otras cosas, vestir su propia ropa y no el uniforme carcelario, para pasar a tratarlos como presos comunes. Eso dio lugar a una huelga de hambre con un final trágico: Bobby Sands falleció en la prisión de Maze tras 66 días sin comer. Esa huelga, a la que se sumaron otros diez miembros de la organización terrorista, puso contra las cuerdas a la entonces primera ministra, Margaret Thatcher.















