Economía
La última crisis financiera y los criminales de siempre
Todo hace pensar que el subcomplejo digital dentro del Complejo Industrial Militar de EE.UU. está operando por encima de los controles clásicos que se dan a través de contratos y financiamientos anclados en más del 38% del presupuesto de la potencia occidental. El casino y el apalancamiento financiero sin sistema de garantías avanza a través de otro mecanismo, el de las criptomonedas.
Bruno Lima Rocha (@blimarocha) – marzo 2023
La quiebra de tres bancos en EEUU tras realizar maniobras y gestiones arriesgadas revela un rasgo estructural. Este marzo de 2023, Silicon Valley Bank (SVB, con sede en el propio Valle del Silício y también captando recursos en el área de salud complementaria), Signature Bank (“especialista” en dividendos de firmas jurídicas, con sede en Nueva York) y First Republic Bank (con sede en en la Bahía de San Francisco, en el norte de California) sufrió la intervención federal. Directamente los dos primeros y de forma indirecta, el tercero. Serían “bancos medianos”, ya que su riesgo de quiebra no debería generar un castillo de cartas por el “bajo volumen de derivados”. Es decir, como a escala mundial se especula poco, su quiebra “solo” debería afectar a los pequeños cuentahabientes y depositarios leales. Ninguno de ellos es “demasiado grande para hundir”.
Nada de esto es algo nuevo, aunque tiene su particularidad. Esta vez no se trata de los mayores bancos de “inversión”, como Bear Sterns (incorporado por JP Morgan Chase en 2008) o el caso más conocido, Lehman Brothers, cuando quebró en ese mismo año dejando una pérdida de más de US$ 3.900 millones de dólares.
De las tres que quebraron este marzo, la que más llama la atención es la SVB. Una de las peculiaridades de la quiebra del Silicon Valley Bank (el gran financiador de las start-ups tecnológicas, tanto en EEUU como en Inglaterra) fue que se produjo tras los despidos masivos en las denominadas Big Techs. Las empresas líderes del capitalismo de plataformas (las que imperan en Occidente) vieron caer sus márgenes de beneficio en el periodo pospandemia y tras la tiranía corporativa de Elon Musk en Twitter (despidiendo a 80% de la plantilla, incluidos ingenieros y programadores más experimentados), siguieron el camino de la externalización de mano de obra.
Los conglomerados de Big Tech siempre han contratado ingenieros en India y en parte en Pakistán. Tampoco ese movimiento es nuevo. Con la privatización de las empresas de telecomunicaciones a principios de la década de 1990 y el final de la Guerra Fría, lo que el mundo de habla inglesa vio fue la externalización absoluta de sesiones completas de telemarketing y call center. Dos décadas después de este momento, hoy los “gigantes de Silicon Valley” subcontratan unidades de desarrollo de sistemas y mantenimiento de redes. Como siempre en el capitalismo más enfermo, el margen de beneficio exprime la mano de obra y la despide en el cuarto sector sin piedad.
Al mismo tiempo, los despidos masivos acompañan un nuevo frente “empresarial”, como la internet de las cosas, fuertes inversiones en Inteligencia Artificial (IA) y el objetivo pospandemia de crear metaversos o realidades paralelas con exploración comercial. Todo hace pensar que el subcomplejo digital dentro del Complejo Industrial Militar de EE.UU. está operando por encima de los controles clásicos que se dan a través de contratos y financiamientos anclados en más del 38% del presupuesto de la potencia occidental. El casino y el apalancamiento financiero sin sistema de garantías avanza a través de otro mecanismo, el de las criptomonedas. Como activo financiero, una gran empresa privada de tecnología que “invierte en criptomonedas” es como vender, comprar, alquilar y luego hipotecar tierras en Marte (esto porque parece que el heredero del apartheid sudafricano, Elon Musk, llegará pronto a la luna).
Volviendo a SVB, su fracaso es el resultado del lobby financiero, nuevamente. La “farsa con nombre de crisis” de la burbuja inmobiliaria de 2007 y 2008 (en EEUU) y en la Unión Europea en los años siguientes, es consecuencia directa de la desregulación del mercado inmobiliario estadounidense y la permisividad de el mercado bancario europeo para vender garantías (y activos tóxicos) en bancos minoristas. Antes de ese momento, durante más de diez años, se había desmantelado el marco legal que protegía a los deudores y tenedores de hipotecas e impedía a los desarrolladores ingresar al sistema de riesgo de los fondos de inversión. Todo el sistema comercial era conocido por los controladores de fondos de riesgo. Una espiral de activos tóxicos, revendiendo casas hipotecadas cinco veces y siendo adquiridas por “compradores” con deudas más de diez veces su capacidad e ingresos familiares fue conocida por los controladores de los fondos de riesgo.
Hablando directamente. Cuando hay información perfecta, es poco probable que tengamos un comportamiento descontrolado. O sea. No hay nada imponderable si los prestatarios están dotados de información perfecta. De esta forma, la “crisis” de 2007 y 2008 fue también resultado de conductas delictivas, como es la naturaleza misma de la especulación y del capitalismo en su etapa de acumulación financiera. Con SVB fue casi lo mismo. ¿Por qué?
La narrativa de la “crisis” y los malhechores habituales
La “narrativa” oficial señala que la suba de tasas de interés por parte del FED (el banco central de EE.UU.) abrió un agujero crediticio y generó un “default” en algunas operaciones. El banco tendría muchos papeles con los intereses aún rebajados y había una carrera por nuevos bonos, ya con la subida de la tasa básica. No es solo eso.
El presidente estadounidense, Joe Biden, intervendrá en la gestión de los dos bancos, poniéndolos bajo control estatal. El banco con sede en San Francisco tendría los depósitos garantizados precisamente por JP Morgan Chase. Sigue siendo parte de la explicación.
Este fue el truco de los garcas. La ley para evitar nuevas crisis provocadas fue establecida en 2010 y definió una “prueba de estrés” para cualquier institución con depósitos u operaciones desde 50 mil millones de dólares. En 2018, el lobby especulativo de usurpación de préstamos compró a 50 senadores (en su mayoría republicanos) e incluso contó con el apoyo del gerente del casino y luego presidente, Donald Trump. Con la nueva ley, solo las instituciones por encima de los USD 250 mil millones estarían sujetas a una “prueba de estrés”. De esta forma, los “bancos regionales” quedarían fuera de regulación. Lo mismo sucedió entre 1987 y 1992 cuando el Senador Charles Keating y otros 4 formaron parte del grupo de trabajo de lobby para romper los ahorros y préstamos a escala regional. Ahora, la piratería debe haber volado la exposición (operaciones cortas sin seguro, cobertura de depósito o redención) y también abuso de apalancamiento. Esto, sumado a los despidos masivos de las Big Techs, llevó a la quiebra y pérdida de credibilidad.
¿Saben lo que “salvará” al capitalismo en su etapa financiera? Los depósitos obligatorios de los demás bancos (Federal Compulsory and Insurance Corporation, FDIC) y la autoridad del Poder Ejecutivo (Casa Blanca y la Secretaría del Tesoro) interviniendo en el patrimonio de los dueños de casinos y administradores de inversiones.
Más de lo mismo y lo mismo. Ninguna crisis de este tipo opera sin mala fe y actos de irresponsabilidad criminal. Quienes vaciaron los depósitos del SVB fueron sus propios controladores, ante el anuncio de ruptura. ¿Cómo podría evitarse la bancarrota fraudulenta? Sí. Una más, era posible si fuera otro el comportamiento de su directiva y accionistas mayoritarios.
Dato curioso es que además de ser casi siempre la misma estafa, los estafadores (particulares) también lo son. En primer lugar, el reconocimiento de los comparsas. La revista Forbes colocó a SVB en el ranking de las mejores y más grandes instituciones financieras de EE. UU. en 2023. También clasificó a Silicon Valley Bank en la lista de “Financial All-Stars”. Cualquier parecido con la calificación máxima de Lehman Brothers por parte de las principales firmas de “análisis de riesgo” tres semanas antes de su quiebra en 2008 no es coincidencia.
Hablando de eso, el engaño es el mismo. El responsable de la titulización de activos financieros en SVB (desde 2007), Joseph Gentile, es un ex Lehman Brothers (gestor de renta fija) y anteriormente trabajó en Bank of America como director de banca global e inversiones corporativas. Ni siquiera es una teoría de puertas giratorias (ya que el ejecutivo tampoco cambia de nicho de trabajo) sino un baile de sillas, cambiando puestos similares en dos de las tres instituciones que quebraron, además de otra que se fusionó con la mega corredora (totalmente involucrado en los fraudes de 2008) Merrill Lynch.
Repito e insisto. Este no es un “caso aislado” sino sistémico y estructural. Tampoco hay aleatoriedad cuando los tomadores de decisiones tienen información perfecta y controlan el comportamiento de otros agentes. La naturaleza de la actividad especulativa financiera es el riesgo para la sociedad y la acumulación privada a través del aparato estatal. En última instancia, el estado capitalista (generalmente a través del poder ejecutivo) es el pagador final para cubrir los delitos financieros de quienes afectan directamente el ejercicio mismo del poder político.
Las sociedades “occidentales” y sus zonas de influencia son rehenes –al menos la mayoría– de los casinos financieros y usureros de la banca que controlan a los gestores de apuestas. Romper con esta dominación directa de los especuladores es una tarea urgente y necesaria.
Bruno Lima Rocha es politólogo (PhD), periodista profesional y docente de relaciones internacionales (estrategiaeanaliseblog.com / [email protected])
Este artículo fue originalmente publicado en portugués en el sitio www.estrategiaeanaliseblog.com
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