Actualidad
Recortes, improvisación y especulaciones en unos primeros días para el olvido
La segunda gestión de Claudio Poggi como gobernador de la provincia tuvo un inicio horroroso. Todavía no transcurrieron 100 días y el cordobés ya se gastó el saldo político que se le da a las nuevas gestiones.
Plagada de denuncias de goma, con errores impropios de un gobierno que pretende conducir los destinos de una provincia pujante como San Luis, la presentación de Poggi y compañía no supera los 3 puntos si se le tuviera que otorgar un puntaje.
El desdoblamiento de los salarios socavó fuertemente la credibilidad. Ensayando culpas a la administración anterior la estrategia fue pagarle en cuotas a los empleados públicos para denostar a Alberto Rodríguez Saá. Pero el tiro le salió por la culata, muchos gremios se pusieron en pie de guerra y se despertaron resistencias desconocidas en la provincia. A menos de un mes de esta polémica medida, tuvieron que dejarla de lado, sobre todo por un fallo de la justicia.
San Luis pasó de discutir la suba de los salarios como lo venía haciendo históricamente, a tener a los empleados públicos pasando el peor fin de año de las últimas 4 décadas. En el medio, el grupo de “recaudadores” que tiene el poggismo; no ostentan ningún cargo pero manejan las arcas del gobierno, liderados por Facundo Santarone; jugaron en los mercados con la necesidad de los puntanos y las puntanas.
El “No hay plata” de Milei, intentó trasladarse a San Luis casi de manera intespectiva y con operaciones mediáticas que no prendieron. Especialmente si la plata siempre estuvo.
Quienes rodean al gobernador de San Luis aseguran que se profundizó su Síndrome de Fregoli. Esa patología que lo hace ver a Alberto Rodríguez Saá por todos lados. Ni cambiando los muebles, pudo sacar su presencia en el despacho de Terrazas. Es tanta la “obsesión” que lo nombra en cada reunión, aunque la mayoría de los temas nada tengan que ver con la realidad.
Poggi se sabe menos que su antecesor, siempre lo frustró no “sacarle la ficha” y casi nunca adivinarle los pasos. El silencio de Alberto, lo acorrala un poco más, porque hasta el momento, es la propia gestión la que se autoboicotea sin descanso. Ni la comunicación lo acompaña, no hay una discursividad definida lo que demuestra una clara falta de conducción.
Fue tal la desesperación por desembarcar en Normandía, que una vez sucedió se agotaron las usinas. Todavía no se cumplen 100 días y Poggi ya no tiene más crédito.
Continuará …
Ivana
enero 8, 2024 at 21:20
¡Muy buena nota!
De venganzas, debilidades y obsesiones.