Robin Williams supo, poco después de leer el guion, que necesitaba interpretar este papel «impresionante»: «Sería absurdo negarse»

A pesar de ser una figura icónica de la comedia, la transición dramática de Robin Williams quedó sellada con la nominación al Oscar por la película Despertares de 1990.

Robin Williams es recordado mundialmente por su fulgor cómico y su capacidad única para la improvisación, pero su extensa filmografía demostró una versatilidad que le permitió incursionar con éxito en géneros dramáticos complejos y profundos. El actor, que forjó su imagen pública a través del humor, no temía aceptar roles que desafiaran esa percepción.

Si bien su estatus de estrella global se consolidó a finales de la década de 1980 con títulos icónicos como Good Morning, Vietnam, donde combinaba humor ácido y crítica social, Williams buscó constantemente roles que expandieran sus límites artísticos. Esta decisión fue crucial para establecer su credibilidad más allá del entretenimiento ligero.

Uno de los ejemplos más destacados de esta decisiva transición fue la película Despertares de 1990, un filme dirigido por Penny Marshall que narra la historia real de pacientes catatónicos despertados temporalmente por una droga experimental. La producción cosechó elogios de la crítica especializada y obtuvo una nominación a los Premios de la Academia.

En la cinta, Williams interpretó al Dr. Malcolm Sayer, un personaje basado en el neurólogo Oliver Sacks, enfrentando un papel que requería una contención y sensibilidad opuestas a su histrionismo característico de otros trabajos. Esta performance validó la profundidad de su registro actoral.

Este éxito en el drama, que se produjo inmediatamente después de su explosión en la comedia, confirmó la amplitud de su talento y cimentó la faceta seria de un legado que hasta hoy sigue siendo estudiado y admirado en Hollywood.

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