Transfuguismo o convicción, esa es la cuestión

Joseph Heller retrata de manera cuasi ideal la mediocridad en las personas. “En esta vida algunos hombres nacen mediocres, otros logran mediocridad y a otros la mediocridad les cae encima”, afirma el novelista estadounidense.

La frase es categórica y puede relacionarse al papel que cumplen algunos políticos de la escena puntana. Desde el 11/6, el pecado político definido como “transfugismo”, ha proliferado en dirigentes que aprovecharon el triunfo de Poggi para abandonar el barco oficialista y “vender” el paquetes de convicciones y opiniones al “gobernador electo’ como al diputado cordobés le gusta autodefinirse.

Diputados, senadores y concejales hicieron un festival del desmarque y se subieron al tren poggista, incluso antes que comience la gestión. Algunos mostraron su repentino cambio públicamente, otros con el carácter más templado, disfrazaron sus pases con la confección de monobloques y utopías de mártires. 

Alberto Leyes y Humberto Ariel Farías fueron los abanderados del cambiazo de bloque. Para conservar sus “privilegios” eligieron jugar con Poggi levantando pagares que buscarán cobrar a partir del 10 de diciembre. 

Otro ejemplo es el concejal de la capital, Lautaro Ojeda. Con décadas en el Estado provincial y en un partido afiliado al oficialismo provincial, pasó por distintos cargos hasta llegar a ser concejal. 

La semana pasada anunció que dejaba el bloque del PJ, por no “sentirse cómodo”. Lo que resulta curioso es que Ojeda constató luego de 3 años y 11 meses, su incomodidad en el Concejo Deliberante. 

Este sentimiento repentino, disfrazado de “sincericidio” obedece mas a comulgar con el poggismo y abrirse un lugar para lograr lo que en la jerga se denomina como “Morral”. 

Ojeda, es lo que Milei define como casta. Una persona que ha vivido toda su vida del Estado. Y al parecer pretende seguir llevándolo a cabo, aunque eso signifique saltar de un espacio político a otro.